Discurso del Presidente del Sindicato del Personal – PFA (31 de octubre de 2023)

[TRADUCCIÓN NO OFICIAL]

Señor Presidente
Señor Director General
Miembros del Consejo de Administración,
Estimados colegas y todos los que estáis hoy aquí, en esta sala o en línea,

Es la segunda vez que me dirijo a ustedes como Presidenta del Sindicato del Personal de esta Organización, que una vez más les reúne entre sus muros, que como pueden comprobar van revelando poco a poco su nueva juventud. Quiero dar las gracias a los trabajadores que se esfuerzan por ofrecernos a todos, ya seamos empleados de la Organización, responsables de la toma de decisiones como ustedes, o visitantes de conferencias o talleres, las mejores condiciones materiales posibles para un trabajo productivo, eficaz y agradable. Trabajan muchas horas para proporcionarnos a todos el entorno y el confort necesarios.


Somos unos privilegiados. Es un sentimiento muy real entre los colegas a los que represento. Privilegiados por nuestro entorno de trabajo en Ginebra, pero también en muchos otros lugares de empleo; privilegiados por el hecho de tener un contrato de trabajo, un nivel salarial y unos derechos asociados que son apreciables; privilegiados sobre todo por el significado de lo que hacemos. Hoy en día parece un «lujo» poder trabajar para defender, construir y promover los valores de la justicia social, la igualdad, la no discriminación, la libertad sindical y el respeto de la dignidad humana en el trabajo. Estamos orgullosos de ello y es lo que nos hace seguir adelante.


Esta conciencia de ser privilegiados es lo que a menudo nos impide quejarnos de las cosas que no van bien. Porque, por supuesto, no todo es de color de rosa en la vida de un funcionario internacional: muchos colegas en distintos lugares de destino ven mermado su poder adquisitivo por la inflación, la devaluación de su moneda nacional y el aumento del coste de la vida, mientras que las nuevas metodologías adoptadas por la CAPI aún no han podido demostrar su eficacia, potencialmente no bastarán para hacer frente a las fluctuaciones y adolecen de una inercia administrativa que les impide tener la capacidad de reacción necesaria. También nos preocupan las consecuencias potencialmente adversas de la actual revisión del sistema de remuneración por el régimen común de las Naciones Unidas.
También es difícil seguir trabajando cuando la norma contractual para la inmensa mayoría de los colegas es un máximo de 1 o incluso 2 años, renovables de 1 a 3 meses, lo que dificulta planificar la propia vida a medio plazo. Difícil, por último, cuando las perspectivas de desarrollo profesional y de reconocimiento del rendimiento son cada vez más escasas. Difícil, más aún, cuando muchos colegas se encuentran en contextos de guerra, conflicto y violación de los derechos humanos: en estas situaciones tenemos el «privilegio» de contar con una organización que se ocupa de la misma manera de sus colegas nacionales e internacionales, lo que no ocurre con otras agencias hermanas de las Naciones Unidas. En el orden del día figuran varios temas relativos a la respuesta de la Organización a las situaciones dramáticas en las que nuestros colegas están presentes y siguen defendiendo incansablemente nuestros valores de dignidad humana: Ucrania, Rusia, Myanmar, Afganistán, Sudán, los Territorios Palestinos Ocupados, Jerusalén, etc. Este año han sido demasiados los mensajes de solidaridad del Sindicato. Quién me iba a decir a mí que querría que el Sindicato tuviera que hacer menos frecuentes llamamientos a la solidaridad… Pero…. Nuestro leitmotiv está bien establecido: «no nos quejemos, estamos mucho mejor que la mayoría de la población». Y así seguimos, con abnegación y pasión, sirviendo a este mandato que tanto apreciamos.


El año transcurrido ha sido precisamente una búsqueda del sentido que debe darse a este mandato, que evoluciona en función de la orientación que le dan ustedes, nuestros mandantes, y dentro del marco programático y presupuestario aprobado. El personal siguió el proceso de aprobación del presupuesto el pasado mes de junio con sentimientos encontrados de aprensión y confianza. Esta búsqueda de sentido se ha reflejado en las relaciones interpersonales, entre el personal y la dirección, y en nuestra forma de trabajar. Se están llevando a cabo una serie de cambios estructurales en la organización para ajustar, transformar, racionalizar y maximizar nuestra forma de trabajar. Aunque la intención del Director General a su llegada no era llevar a cabo ninguna reestructuración importante, lo cierto es que el cambio está a la orden del día en muchos departamentos, unidades y proyectos en la sede central y sobre el terreno, y que muchos colegas siguen luchando por encontrar un sentido y su lugar en estos procesos.


También hemos tenido que reinventarnos para aplicar la nueva política de flexibilidad laboral. Estamos orgullosos de ello: esta política es un compromiso conjunto de la Administración y el personal para afirmar que la confianza debe estar en el centro de las relaciones laborales, que es esencial encontrar un equilibrio entre las aspiraciones, los intereses individuales y las dinámicas de equipo y colectivas; esta política es también una reafirmación de que nuestros lugares de trabajo están cambiando y que nuestros métodos de trabajo también deben evolucionar, preservando por supuesto lo esencial.


Por último, fue el deseo de poder avanzar en temas de negociación estancados desde hace tiempo lo que nos llevó, junto con la Administración, a abordar ciertas negociaciones de una manera nueva, dejando de lado posiciones que parecían irreconciliables para identificar, por encima de todo, nuestros intereses comunes y avanzar constructivamente sobre la base de intereses compartidos. Es interesante señalar que esta voluntad de avanzar nos ha llevado, junto con la Administración, a tomarnos el tiempo de revisar los fundamentos mismos de un proceso de negociación colectiva: asegurar que los principios de buena fe, mandato y delegación de autoridad sean compartidos por todas las partes de la negociación, y que contemos también con los mecanismos necesarios para dirimir las diferencias que puedan surgir, pudiendo acudir a los medios necesarios y pertinentes para expresar divergencias u oposiciones. Es importante que los procesos estén establecidos, comprendidos y respetados por todos antes de iniciar las negociaciones. Me parece una feliz coincidencia que el tema de la negociación colectiva figure en el orden del día de este Consejo.


Gracias a ello, este año hemos podido avanzar en la revisión de las condiciones contractuales y acordar una lista de medidas a aplicar que deben garantizar la igualdad de trato para todos los colegas, tanto si se financian con cotizaciones voluntarias -como es el caso de la inmensa mayoría del personal en la actualidad- como con cotizaciones obligatorias. Es intolerable que la mayoría de los colegas se encuentren en situación precaria. Pero… claro, la cantinela sigue siendo «no nos quejemos, somos unos privilegiados». Todo es cuestión de evaluación comparativa.
Para el Sindicato del Personal de la OIT, está claro que sólo podemos aspirar a lo mejor en lo que se refiere a condiciones de trabajo y diálogo social, y tenemos el deber, junto con la Administración, de dar ejemplo. Sería inaceptable, una vez más, que «el zapatero fuera el peor calzado». Debemos disponer de los medios para alcanzar nuestras ambiciones, sin dejar de ser realistas sobre lo que es posible. El trabajo que tenemos por delante para convertir los compromisos en realidades es ciertamente colosal, pero el Sindicato confía en la voluntad del Director General y de su administración para que el diálogo pueda continuar y, si es necesario, aventurarse hacia propuestas creativas que garanticen al personal que les sirve unas condiciones de trabajo dignas y sostenibles a largo plazo, y por qué no, soñemos, ejemplares y se conviertan en el modelo a seguir en todo el régimen común.


Deseo referirme a la ejemplaridad al examinar algunos documentos que figuran en el orden del día de esta reunión del Consejo. En breve examinarán ustedes el documento PFA/8 por el que se modifica el capítulo XII sobre el régimen disciplinario del Estatuto de los funcionarios, seguido del documento PFA/10 sobre las competencias -entre otras- del Tribunal Administrativo en materia de régimen común. Estos documentos tratan de la disciplina y la justicia.


Como funcionarios de la función pública internacional, debemos comportarnos de manera ejemplar. El Código Deontológico de la Función Pública Internacional lo expresa bien en su introducción: «Incumbe, pues, a los funcionarios internacionales observar las más elevadas normas de conducta, ya que, en última instancia, es la función pública internacional la que permitirá al sistema de las Naciones Unidas construir un mundo justo y pacífico». Así pues, huelga decir que nuestros lugares de trabajo deben ser ejemplares en cuanto al respeto mutuo, estar libres de toda forma de violencia y acoso, y garantizar la independencia de los funcionarios internacionales en el desempeño de sus funciones. Es importante poder poner en marcha los instrumentos necesarios para responder a estas situaciones inaceptables, pero, sobre todo, trabajar para que no se produzcan: es demasiado tarde para el ser humano y para la institución cuando el daño ya está hecho. Habrá que intensificar los esfuerzos del Departamento de Recursos Humanos citados en el Documento INS/6 «Examen de la aplicación de la estrategia para dar efecto a la Resolución relativa a la eliminación de la violencia y el acoso en el mundo del trabajo». Ayer examinaron el informe PFA 6 sobre los informes que figuran en el orden del día de la Dependencia Común de Inspección de las Naciones Unidas. Muchos de los temas que son objeto de recomendaciones o que se examinarán el año próximo tienen una relación directa o indirecta con esta cuestión y deberán tener en cuenta la importancia de una mejor prevención y, sobre todo, la responsabilidad de los directivos. En cualquier caso, esperamos que el año que viene podamos negociar nuevas medidas para prevenir y tratar la violencia en el lugar de trabajo, ya que efectivamente estamos siendo testigos de demasiadas situaciones de sufrimiento entre compañeros.


Se trata de una prioridad a la que debemos dedicar el tiempo necesario. Por ello, es de agradecer que el examen de las cuestiones jurisdiccionales en el marco del sistema común de las Naciones Unidas que figura en el documento PFA/10 recomiende que no se tomen medidas de seguimiento. En efecto, es hora de dejar atrás este debate sobre la modificación de la estructura jurisdiccional del sistema de las Naciones Unidas y de poner en tela de juicio la competencia del Tribunal de la OIT. El Sindicato del Personal ha expresado claramente su oposición a un cambio de jurisdicción, posición que, de hecho, comparten muchas partes interesadas y que haría que la justicia, para el personal de la OIT, fuera muy lejana y remota.
Las modificaciones del Estatuto que se les han presentado en relación con las medidas disciplinarias hacen hincapié en una cultura de progresividad y corrección. Queremos reconocer que tenemos derecho a equivocarnos, y que la organización debe permitirnos reconocer estos errores -cuando son aceptables- y aprender de ellos. A menudo resulta más fácil culpar al otro, o al sistema -¡sí, IRIS es a menudo un blanco fácil! – y recusarse a uno mismo antes que admitir ser total o parcialmente responsable de un error. Ciertamente, dar ejemplo significa también reconocer que no somos perfectos, pero que actuamos de buena fe. Esta revisión implica también una capacidad de gestión para escuchar a los colegas, comprender por qué se ha producido el error y considerar la respuesta adecuada en función del error cometido. Estamos en un contexto en el que se nos pide cada vez más, cada vez más exigencias y prioridades, en el que el miedo se convierte en la fuerza motriz: miedo a no poder competir con otras organizaciones que hablan de trabajo decente, miedo a no movilizar suficientes recursos, miedo a que la inteligencia artificial nos sustituya.
Vivimos en un entorno en el que los mecanismos de control e información se están volviendo tan omnipresentes que el tiempo del que disponemos para hacer «nuestro trabajo» es cada vez más precioso y escaso. Se hace difícil reconocer y admitir que, al fin y al cabo, somos «solo» seres humanos, motivados por nuestro deseo de satisfacer las necesidades de la organización.


Pero claro, «no nos quejemos, somos unos privilegiados».


Sí, lo somos en muchos sentidos.


A fin de cuentas, soy privilegiada por haber podido hablar con ustedes hoy, y tengo que decir que… siguen siendo impresionantes, pero confío en su benevolencia.
También soy privilegiada por haber recibido la confianza de todos mis colegas para hablar en su nombre, y estoy orgullosa de ello.


Pero sobre todo y por último… Cuando ustedes, los representantes del mundo del trabajo, toman decisiones y nosotros, los funcionarios, las aplicamos, no olvidemos el privilegio -y la responsabilidad- que supone para nosotros promover, de acuerdo con nuestra Constitución, la justicia social indispensable para una paz duradera y universal.

Gracias por su atención
Séverine Deboos
Presidenta del Comité del Sindicato